EL LOBO Y LOS PASTORES

Cierta vez, un lobo cayó en la trampa que le habían preparado unos pastores.

Cuando éstos le vieron atrapado, comenzaron a darle con palos y a tirarle piedras.

Pero uno de ellos, compadecido del pobre animal, dijo a sus compañeros:

-Dejad ya a este pobre lobo; si seguís pegándole le mataréis-.

Cuando sus compañeros se fueron, el buen pastor dio algo de comer al animal.

Al caer la noche, el lobo salió del hoyo y, cojeando malherido, se escondió en su guarida.

Pasados unos cuantos días, el animal ya repuesto decidió vengarse.

Se dirigió a donde pastaba el ganado y mató unas cuantas ovejas.

Al ver lo que estaba haciendo, el pastor que le había salvado la vida corrió hacia él y le suplicó:

-¡Por favor, por favor, no hagas daño  a mi ganado!

-No temas- contestó el lobo.

-Sólo trato de perjudicar a quienes me hirieron y maltrataron-.

"La compasión y la bondad suelen ser recompensadas; no así la maldad"

(Esopo)