LOS CUATRO NÁUFRAGOS

En un navío viajaban, con todas sus pertenencias, el hijo de un rey, un noble, un mercader y un pastor.

Durante una tormenta, el barco naufragó y los hombres a duras penas pudieron alcanzar la orilla.

Cansados y empapados, se sentaron a lamentar su desgracia hasta que el pastor les dijo:

-¿Por qué en lugar de lamentarnos, no estudiamos la manera de arreglar nuestra pobre situación?

-Tú no has perdido nada- replicaron los otros, -pero nosotros... ¡Mira! Las aguas se han tragado nuestras fortunas.

-Sí pero con lamentaros no vais a recuperarlas. Y algo tendremos que hacer para sobrevivir.

Movidos por las palabras del pastor, cada uno ideó un plan

-Yo lo sé todo de los números. Enseñaré aritmética y ganaré mucho dinero- propuso el mercader.

-Yo se de buenos modales y costumbres. Eso enseñaré- aseguró el noble.

-Y yo podré enseñar política- concluyó el hijo del rey.

Pero el pastor que les había escuchado, intervino entonces:

-Tenéis buenas ideas y mucha ciencia, pero con ellas no se resuelve el problema de inmediato-.

Y dicho esto, puso manos a la obra: se internó en el bosque, recogió todas las ramas que pudo y las vendió en el mercado de una aldea como leña. Así los cuatro pudieron sobrevivir.

"En ocasiones, no se necesitan tanto las ciencias y las ideas como la buena predisposición al trabajo"

(La Fontaine)