EL HOMBRE Y EL SUEÑO DEL RÍO PROPIO

Había una vez un señor inmensamente rico, pero... no era feliz.

Pensaba que la felicidad consistía en tener muchas cosas. Conseguía siempre todo lo que se le antojaba, pero... nunca, nunca llegaba a ser feliz.

Esto lo atormentaba de día y de noche y constantemente se preguntaba:

“-¿Qué me faltará alcanzar para ser feliz?-”.

Conversando con un amigo, le confió el problema. Y el amigo le dijo:

“-Tienes que descansar. Deberías pasar el fin de semana junto a un río... ver el agua correr... pasear por su ribera... pescar... estoy seguro que esto, haría que te sintieras bien-”.

En medio de su desorientación, el hombre rico decidió poner en práctica el consejo. Compró una casa bordeada por un precioso río y, desde las ventanas podía oír sus cantarinas aguas.

Y pasó en tan hermoso paraje, un primer fin de semana.

Logró descansar un poco, pero... no se recuperó del todo. Volvió una y otra vez... pero... no conseguía ser feliz... Se desconsolaba pensando.... ¡No soy feliz! ¡No soy feliz! ¿Qué puedo hacer?

Un buen día, se sintió terriblemente enojado, amargado, porque... por el río que corría por las tierras de su propiedad, pasaban canoas, lanchas... y los vecinos venían a bañarse y pescar.

Fue un fin de semana horrible. Aquella noche no pudo conciliar el sueño.

Pensaba y pensaba...

“-¿Qué solución encontrar a este problema?-”

Hasta que al final se dijo a sí mismo:

“-Si yo compré la casa y el patio y las tierras, también esa parte del río me pertenece. ¿Por qué tienen que meterse las otras personas a navegar, nadar, pescar...?-”

“¡Yo quiero tener mi río!”

A la mañana siguiente contrató una empresa constructora y explicó a los jefes de la empresa su proyecto. Dio orden de hacer dos muros fuertes y altos, para cerrar la parte del río que le correspondía.

Los hombres de la empresa pensaron que estaba loco. Pero el hombre era rico... Y se pusieron a trabajar, pensando solamente en el dinero que cobrarían por el trabajo. ¡Aunque fuera un trabajo ilógico y algo o, muy estúpido!...

Los vecinos miraban con asombro. Algunos protestaron... Pero la obra se concluyó aceleradamente. Porque el hombre era rico!

Y así, el hombre rico, por fin, tuvo su río propio.

Sobre cada uno de los muros se colocó un letrero inmenso, que decía:

"PROPIEDAD PRIVADA".

Llegó el fin de semana y el hombre rico fue feliz en su casa y en su río. Nadie pasaba con sus lanchas y canoas, nadie pescaba o se bañaba... Ahora sí podía estar tranquilo.

Pero la felicidad del sueño duró muy poco tiempo, y el hombre rico advirtió un día, con gran amargura lo que había sucedido.

Los muros hicieron que las aguas del río cambiaran su curso , y el río siguió bajando, pero... por cauces nuevos...

Y él, ya no podía acercarse a su propio río, porque los muros de contención habían provocado un charco de aguas podridas. Los peces muertos flotaban en la orilla.

Se dio cuenta entonces, que su ambición y egoísmo le llevó a tener menos de lo que quería.

El Amor es como el río, y el río, es río, mientras corre desde la fuente hacia el Mar.

Amig@ una de mis citas preferidas es ésta...

"La felicidad, no consiste en tener todo lo que quieres, sino... en querer todo lo que tienes".

Estás de acuerdo verdad?

Desde mi espacio virtual, deseo que seas feliz. Un beso. Mª Carmen