LA TIERRA DE LA MONTAÑA SAGRADA.

Érase una vez un país conocido en todo el mundo por su "Montaña Sagrada".

En todos los rincones del mundo, por remotos que fueran, habían oído hablar de la montaña y de sus poderes, pero... lo curioso era que los habitantes del país que la albergaba, paseaban por sus calles y senderos con la mirada siempre puesta en el suelo. Jamás alzaban la vista. Y cuando alguien les preguntaba por qué se comportaban así, la respuesta era siempre la misma:

-Estamos buscando la montaña sagrada. ¿Por qué no te unes a nosotros? Sólo tienes que mirar hacia abajo para ver si encuentras la tierra que te lleve a la montaña-.

Eso explicaba por qué dedicaban sus vidas a deambular cabizbajos, por todas las calles, callejas, senderos y caminos del país, en su búsqueda constante por encontrar la montaña sagrada.

Mientras tanto, la montaña se alzaba poderosa hacia el cielo, esperando pacientemente a que las gentes de su país descubrieran su belleza y su poder.

No podía evitar sentir una inmensa tristeza al ver cómo todos seguían empeñados en mirar hacia abajo.

En un lugar del país, había un enorme lago de aguas cristalinas.

La montaña, quedaba reflejada en el lago y muchos acudían a ese lugar para ver su reflejo. Al verlo, creían haber encontrado la montaña en las aguas del lago y algunos, incluso saltaban y desgraciadamente morían ahogados. Otros, pensaban que la montaña era una mala influencia y se iban por donde habían venido, dejándola atrás. Otros tantos, se convencían de que en realidad no existía la montaña sagrada de la que tanto habían oído hablar.

Un buen día en medio de tanto alboroto y crispación por la búsqueda desesperada de la montaña, un hombre se cayó al suelo y casi murió pisoteado por la muchedumbre que discutía airadamente sobre la ubicación de la famosa montaña.

Tumbado en el suelo, boca arriba, pensando que le llegaba la hora de su muerte, el hombre miró hacia el cielo y vio por fin la majestuosa e imponente montaña. Trató por todos los medios de convencer a los demás de lo que había visto, pero nadie le creyó.

Así que el hombre decidió buscar por su cuenta el camino que le llevaría hasta la montaña.

Fue un viaje duro, pues el camino era empinado y muy peligroso. Además, se desorientaba con facilidad. Se cayó en numerosas ocasiones y cada vez que se quedaba tendido en el suelo, miraba hacia arriba y contemplaba la montaña. Esta visión le animaba a seguir adelante a pesar de las dificultades que sabía encontraría en su camino.

A medida que avanzaba, se iba encontrando a enfermos y discapacitados, o bien con personas que llevaban pesadas carga sobre sus espaldas... Fue entonces cuando comprendió que sólo aquellos que se habían caído al suelo, ya fuera por enfermedad o por cansancio, habían logrado ver la montaña.

En definitiva, comprendió al fin, que sólo aquellas personas perfectamente conscientes del significado de la palabra "abajo" eran capaces de levantar la mirada al cielo y contemplar la "Montaña Sagrada".

Por mucha sobrecarga que lleves en tus espaldas... ¡Ten ánimo! ¡Levántate! ¡Alza la vista al Cielo!

Sé feliz, ¡Lo conseguirás! tú te lo mereces. Un abrazo. Mª Carmen