POEMA DEL PECADO

"Vamos que se hace tarde", me dijiste;

pero yo me quedé mirando el mar,

con el hastío de un pecado triste,

pues no hay nada más triste que un pecado vulgar.

Tú, la mujer ajena;

yo, el hombre sin ayer;

ya el mar borró tus pasos en la arena,

pero hay cosas más hondas en un atardecer.

Yo me imagino cómo fue el regreso,

si ya él estaba allí;

si tú, como otras veces, pudiste darle un beso,

y si al besarlo no pensaste en mí.

Y me imagino lo que habrás sentido

si después, 

al quitarte el vestido,

rodó un poco de arena hasta tus pies.

Yo sé que fue un pecado

triste y vulgar;

pero el viento soplaba de aquel lado

y se llevó el pecado sobre el mar.

Y al cruzar una acera,

ladrón de cosas que no tienen fin,

para pagarte un beso a mi manera,

fui cortando las rosas de un jardín.

Tal vez mañana,

como hay sueños que han sido y que no son,

tú abrirás, como siempre, la ventana

y saldrás esperando en el balcón.

Y como una sorpresa,

como una burla fina y cruel,

colocarás más flores en la mesa

sin que tiemble tu mano en el mantel.

Tal vez vuelva a la playa

por andar en la arena, no por ti;

ya me dijiste que, aunque yo no vaya,

tú irás todas las tardes por allí.

Y si nos tienta algún pecado

triste y vulgar,

el viento sopla siempre de aquel lado

y se lo lleva todo sobre el mar.

(José Ángel Buesa)