SEGUNDO POEMA DE LA ESPERA

         

Por un agua de hastío voy moviendo estos remos,

que pesan tanto al irme y tan poco al volver:

pero quizá un día no nos separaremos,

mujer mía y ajena, como el amanecer.

No importa que me quede ni importa que me vaya,

mientras pasan las nubes sin dejar de pasar,

porque tu corazón es igual que una playa,

que, pudiendo ser tierra, nunca llega a ser mar.

Tu amor nunca responde cuando mi amor te nombra,

tu amor que, sin ser mío, tantas veces perdí;

y yo empujo los remos y viajo hacia la sombra,

pues todo se hace sombra si estoy lejos de ti.

Filibustero loco tras el botín de un beso,

viajo por agua tristes que me entristecen más;

pero tu amor es siempre camino de regreso,

mujer que nunca llegas y que nunca te vas.

Tu amor es un remoto país desconocido,

más allá del mañana, más allá del ayer;

y ya sólo recuerdo las veces que me he ido

recordando las veces que tuve que volver.

Hay virtudes tan tristes, que es mejor ser culpable,

y más si es culpa de amor amarte así;

pero, si en nuestras vidas hay algo inevitable,

inevitablemente tú serás para mí.

Ya me duelen las manos de remar en mi hastío;

pero yo se que un día dejaré de remar,

y he de mirar el mundo como si fuera mío,

y romperé los remos en la orilla del mar...

(José Ángel Buesa)