EL BÚFALO Y EL YAKHistoria para reflexionar.

Esta es la historia de dos amigos: un Búfalo y un Yak. Ambos animales son bovinos y tienen muchas cosas en común; su capacidad de resistencia, su solidez, su mansedumbre, su parca belleza y su simpatía. Pero el Búfalo habita en las planicies y en montañas de media altura, en cambio el Yak mora en las altiplanicies y, por lo tanto, en lugares de notable altura.

Y he aquí , porque así es el juego caprichoso de la vida, que un Búfalo y un Yak se hicieron muy, muy amigos.

Entonces comenzó el problema para ambos. ¿Por qué? os preguntaréis, pues porque cuando el búfalo acudía a visitar al Yak a su morada, se sentía mareado, cansado,  y, en suma, padeciendo el desagradable mal de altura.

Y cuando el Yak iba a visitar al Búfalo a sus tierras, se notaba decaído, víctima de un insoportable calor y de un aire irrespirable.

Tanto el Búfalo como el Yak se quejaban... Les unían estrechos lazaos de amistad, pero cada vez que uno visitaba al otro, lo pasaban muy mal. Su estado de salud les jugaban malas pasadas, en verdad que la cosa se les complicaba, lo mismo para el que subía como para el que bajaba.

Estaba en juego la salud de ambos... Ellos estaban entristecidos por la situación... no sabían que hacer...

-Pero yo hermano Yak, no quiero dejar de verte- dijo entristecido el Búfalo, pero es que cada vez que subo a visitarte me siento más mareado, me falta el oxigeno y me ahogo, cada vez me encuentro peor.

-Amigo Búfalo, tampoco yo quería nunca dejar de verte a ti, pero cada vez que bajo yo también me encuentro peor... Ambos, se sentían muy tristes.

Pero... ¿Qué hacer? ¿Cómo resolver el problema? El búfalo y el Yak consultaron a un ermitaño. Estaban muy apenados.

El ermitaño era un hombre de mente clara y corazón dulce como el jugo de la caña de azúcar. Escuchó con paciencia a los animales.... Incluso vio alguna lágrima en los ojos de ambos.

Cuando terminaron de explicarle su problema, el ermitaño les dijo:

-No os preocupéis, amigos míos. Lo importante es siempre encontrar el punto de equilibrio.

-¿El punto de equilibrio?-preguntaron extrañados los bovinos.

-Así es- repuso el ermitaño . ¿Por qué creéis que me he dedicado  a la meditación y a la privaciones durante tantos años? Para hallar el punto de equilibrio.

-¿En qué nos puede ayudar esto?- preguntó el Yak.

-¿Cómo soluciona ello nuestro problema?- preguntó el Búfalo.

-En el punto de equilibrio siempre está la respuesta- Aseguró el sabio.

-Os diré lo que tenéis que hacer. buscad conjuntamente el terreno del medio en el que podéis reuniros, cediendo cada uno un poco, pero sin extremarse.

-Tú Yak, bajarás hasta donde te sea posible sin sentirte mal, sin perjudicarte y tu Búfalo, subirás hasta donde puedas sin dañarte... En esa franja intermedia de tierra, celebraréis vuestros encuentros y así podréis seguir viéndoos y mantener vuestra gran amistad. Cada uno de vosotros, pues, deberá ceder un poco.

Así el búfalo y el Yak encontraron una solución satisfactoria, pudieron seguir viéndose periódicamente tras haber descubierto el punto de equilibrio.

Han fijado su lugar de encuentro y han descubierto dos cosas muy importantes el valor de la amistad y la doctrina del equilibrio.

Hallemos  el punto de equilibrio y sigamos el camino del medio, evitando los extremos, siempre perjudiciales. Deberíamos de ser capaces de no excedernos ni extralimitarnos ni siquiera en el esfuerzo... En el punto de equilibrio se halla la manera correcta de proceder... Lo intentamos?... Mª Carmen