EL PINO DE NAVIDAD

         Cierto día, en medio del bosque la tierra fecundó un piñón que había caído en ella y de él nació un tierno, frágil y pequeñito pino, que al ver la luz del Sol se alegró, y se asomó a la vida con mucha más fuerza e intensidad...

           Los árboles que veía a su alrededor le parecían enormes... poderosos...  majestuosos... sentía admiración y envidia de ellos... Cuando podría él llegar a ser como sus hermanos? Tenía tantas ganas de crecer...

            Al pequeño pino, pronto le fueron saliendo brazos de su tronco... Con la llegada de la primavera se fue llenando de ramas y éstas a su vez se fueron cubriendo de hojas.

             Un día en una de sus ramas se posó un pajarillo, se sintió cómodo y a gusto en él... aquel pino le inspiraba confianza y tranquilidad... e hizo su nido para poder tener sus crías en paz y a salvo... 

            Después de este pajarillo vinieron otros, y el pequeño pino se fue cubriendo de pajarillos que le daban felicidad con sus revoloteos y trinos... 

            ¡Qué feliz se sentía el pino en medio de toda aquella naturaleza!...

            Fue creciendo cada vez con más fuerza, empezaba a ser un pino robusto como sus hermanos a los cuales admiraba y envidiaba... ya no era tan frágil como al principio, ya no lo doblaba el viento como cuando era más pequeño, se mantenía erguido y firme en medio de tempestades...

            Pasaron algunas primaveras, veranos e inviernos, el pino cada vez era mayor, más fuerte... pero... a la llegada de uno de esos inviernos... unas personas penetraron en el bosque, y se "enamoraron" de él, de sus ramas... y lo arrancaron de la tierra, lo subieron a una furgoneta y lo transportaron a una casa... 

            Lo llenaron de luces, de papelillos de colores... le colgaron regalos por todas sus ramas... 

            Era un pino bellísimo para la familia de aquella casa... los niños se sentían felices con su llegada y lo adoraban... 

            Pero él se sentía enfermo e infeliz... Tenía las raíces aprisionadas por las paredes del recipiente donde lo habían instalado... 

            Cada vez se sentía peor, necesitaba humedad en sus ramas, éstas se estaban secando, y se le caían sus hojas... tenían sed sus raíces, y nadie le daba de beber, las raíces también se le empezaban a secar... y empezó a enfermar  gravemente... 

             ¡Cuanto añoraba el bosque que lo había visto nacer!...

            ¡Como recordaba a todos aquellos pajarillos, que tan feliz lo habían hecho con sus revoloteos y trinos...

            El pino no comprendía el motivo de todo aquel cambio, solo veía a aquellas personas felices a su alrededor y a pesar de sentirse enfermo, se llegó a sentir feliz por ver la felicidad de los que le rodeaban. 

            "Lo habían convertido en un árbol de Navidad"... 

            Pero él estaba muy lejos de comprender qué significaba todo aquello...

            Cuando la Navidad pasó, le quitaron todos los adornos que colgaban de sus ramas, lo sacaron del recipiente donde lo habían colocado en un principio... y con un gran alivio estiró sus raíces... 

            Lo volvieron a instalar en la pequeña furgoneta... respiró profundamente el aire que tanto tiempo hacía que no sentía,  y parecía que poco a poco volvía a él la vida, aun sintiéndose medio muerto...

            Aquellas personas lo llevaron al bosque donde lo habían encontrado y volvieron a enterrar sus raíces en la tierra...

             ¡Que alivio sintió nuestro pino, al notar la humedad de la tierra otra vez... 

            Extendió sus ramas al Sol y al viento... y se dejó mecer por él... Extendió sus raíces largamente por la tierra... y la vida volvía a él, se volvió a llenar de pajarillos, y sus ramas empezaron a brotar de nuevo...

             Empezaba otra vez a vivir, a sentirse feliz, ya no estaba enfermo... Y su felicidad era doble cuando pensaba que aún dentro de su sufrimiento había hecho felices por unos día a unas personas...

            El pino creció con rapidez, y pronto se hizo tan fuerte y majestuoso como los pinos que de pequeño tanto admiraba.

 


Y nosotros? aún a pesar de nuestro "sufrimiento personal" somos capaces de ayudar y alegrarnos por los demás? o estamos  tan metidos en nosotros mismos, que somos incapaces de extender nuestras raíces? o las tenemos prisioneras  en un pequeño recipiente como el pobre pino?... 

Esta historia la creé para pensar, no hace falta que sea Navidad para ello... no crees?... Un abrazo. Mª Carmen