EL MAPA

Era un sábado lluvioso. Un padre cuidaba de sus hijos. A pesar de sus esfuerzos por entretenerlos, los niños se aburrían como ostras. La verdad es que estaba empezando a perder la paciencia con sus cotorreos y su hiperactividad.

Pero gracias a Dios era un hombre inventivo y pronto se le ocurrió una idea.

Tomó una revista de su estantería y la hojeó hasta que encontró un mapa del mundo. A continuación, rasgó la página de la revista y con unas tijeras la rompió en pedacitos. Después reunió todos los pedazos de papel y los puso en un montoncito en el suelo, como si fueran piezas de un puzzle.

Entonces dio a sus hijos la tares de recomponer el mapa, convencido de que así podría descansar un buen rato. Les dejó manos  a la obra y se fue a la cocina a hacerse un café.

Imaginen su sorpresa al comprobar, sólo cinco minutos después, que el mapa estaba completo.

-¿Pero cómo habéis podido hacer el puzzle tan deprisa?- les preguntó el padre, pasmado por la habilidad de sus hijos.

-Ha sido muy fácil papá- respondió el pequeño.

-Nos dijiste que era un mapa del mundo y al principio, cuando vimos todas las piezas, no supimos por dónde empezar. Parecía imposible. Pero entonces nos dimos cuenta de que había una foto de un hombre en la otra cara de la hoja, así que nos limitamos a reconstruir al hombre. Y cuando le dimos la vuelta a la hoja, nos encontramos con que habíamos reconstruido también el mundo.-

-Si, papá- añadió el mayor. -Es facilísimo: Si el hombre está bien, también lo está el mundo.-