LA CUEVA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Érase una vez una oscura cueva que no conocía los rayos del Sol, tal era la profundidad a la que se encontraba.

Para ella la palabra "luz" era un auténtico misterio, algo que simplemente no entraba dentro de su mundo y que, por tanto, le era del todo ajeno.

Un buen día, el Sol envió una invitación a la cueva  para que subiera a la superficie a visitarlo. Cuando por fin la cueva subió a visitar al Sol, quedó literalmente prendada de su belleza y su fuerza.

Profundamente agradecida por haberle mostrado la luz, la cueva quiso devolverle el favor al Sol, así que le invitó a conocer las profundidades de la tierra.

Para el Sol, también estaríamos hablando de que era un entorno completamente desconocido.

Por fin llegó el día en que el Sol bajó a la cueva con toda su carga de luz.

Una vez dentro, el Sol miró de un lado a otro, preguntándose qué era y dónde estaba la oscuridad.

Confundido, le preguntó a la cueva:

Pero... dime...

-¿Qué es la oscuridad?-