¿CUÁNTO PESA UN COPO DE NIEVE?

Era invierno y la nieve caía sobre la colina. Un ratón salió de su madriguera, rompiendo así con su letargo invernal.

Somnoliento, miró a su alrededor y se retocó los bigotes. Cuando estaba a punto de volver a entrar en su pequeña cueva, escuchó una vocecilla que le decía, desde lo lejos:

-Hola ratoncito. ¿Acaso no puedes dormir?-

El ratón miró a su alrededor y vio a un pajarillo que titiritaba en lo alto de una rama.

-Hola pajarillo- le saludó el ratón, contento de que alguien le hiciera compañía en tan desapacible día. -He salido a tomar un poco el aire fresco antes de hibernar durante el resto del invierno-.

El ratón y el pajarillo se enfrascaron en una animada conversación, acurrucados en una de las ramas bajas de un pino.

Mientras tanto, la nieve cubría la tierra con su espeso manto.

-¿Cuánto crees que pesa un copo de nieve?- le preguntó el ratón al pajarillo.

-Los copos de nieve son ligerísimos..., tan livianos como plumas- respondió el pajarillo. -Fíjate, son tan sutiles que no se pueden ni pesar-.

-En eso sí que no estoy de acuerdo contigo- repuso el ratón-.

-Me explico... El invierno pasado, por estas fechas, desperté de mi prolongado letargo y salí a tomar el aire. Como estaba solo, sin nadie con quien charlar, me senté aquí mismo a observar como caían los copos de nieve. Durante horas, me dediqué a ver cómo se acumulaban sobre las ramas de los pinos y cubrían las piñas con su blancura. Alcancé a contar dos millones cuatrocientos noventa y dos mil trescientos cincuenta y nueve. Y después, cuando el siguiente copo cayó sobre una de las ramas, ésta no pudo soportar el peso y se quebró, dejando caer su carga de nieve. Así que, como ves, un sólo copo de nieve puede tener el peso suficiente como para romper una rama, lo que me lleva a la conclusión de que los copos de nieve pesan-.

El pajarillo, que era ligero y menudo y nunca sospechó que un ser tan pequeño como él podría tener influencia sobre el inmenso mundo que le rodeaba, se detuvo unos minutos a pensar en la contestación del ratón. Después, se dijo a sí mismo:

-Quizás sea posible, entonces, que una vocecilla tan suave como la mía pueda hacerse oír en el ruidoso mundo en que vivimos-.

Desde éste, mi mundo virtual... Desde este mundo silencioso de Internet, quiero hacerte llegar mi saludo y mi amistad. ¡Sé feliz! Un beso. Mª Carmen