Un peregrino lo había dispuesto todo para viajar a la Meca.
Emprendió el viaje, y después de un tiempo, se encontró con un maestro espiritual que al enterarse de su propósito le preguntó los motivos que hasta allí lo llevaban.
-Voy a ver a Dios- repuso el peregrino.
Entonces el maestro le ordenó:
-Dame todo el dinero que llevas encima-.
El peregrino le entregó el dinero, que al punto el maestro se guardó en el bolsillo.
-Si llegas a la Meca-, dijo acto seguido el maestro, -habrás de dar siete vueltas alrededor de la piedra sagrada, como es tradición. En lugar de eso, da siete vueltas a mi alrededor-.
El peregrino dio siete vueltas alrededor del maestro.
-Ahora has conseguido lo que querías- concluyó el maestro cuando el otro hubo acabado.
-Ya puedes tranquilizarte y regresar a tu casa lleno de contento y satisfacción.
Pero voy a decirte algo más, amigo:
Desde que la Meca fue construida, Dios no ha morado allí ni un solo minuto: mas desde que el corazón del hombre fue creado, ni un solo instante Dios ha dejado de habitar en él.
"Ve a tu casa y medita, viajando a tu propio corazón".